El crecimiento de nuestra ciudad es un hecho indudable y hasta cierto punto temible. El amontonamiento humano tiene un aspecto feroz, casi telúrico. No sabemos cómo, pero cada verano es, subjetivamente, más caluroso. Me refiero a la sensación de vaho, de ahogo producido por la promiscuidad de las gentes; la ciudad cada año tiene una atmósfera más densa y, prescindiendo del termómetro y la meteorología, podemos decir que cada año ha ido siendo más caluroso que el anterior, al menos de un modo subjetivo. Y es que la ciudad crece extraordinariamente a medida que se va desmoronando el montaje de ciudad, el equilibrio en sus servicios de toda índole. […] Los problemas son tan grandes que, como se ignora el modo de resolverlos, carecen de importancia en la mayoría de los casos. Y no se habla más de ellos o cuando se habla los tratamos como algo utópico, perdido en las alturas del puro lirismo. Así, pues, esta ciudad enorme, con una población incalculable e incalculada -dado el enorme volumen de la población flotante-, es una ciudad cuyas vías de acceso son raquíticas, de una grotesca insuficiencia. Entrar en Barcelona por la carretera general de Francia es un espectáculo que escalofría. Una enorme presión circulatoria gravita sobre esta carretera que en Badalona y San Adrián tiene una anchura irrisoria, de la época del carro y de la diligencia. El problema es gravísimo; hasta ahora se ha hablado mucho de él, pero no se ha alcanzado, que yo sepa, ninguna solución práctica. Por esta carretera circulan autobuses de línea, trolebuses, tranvías de una sola vía inutilizando una parte de la carretera, carros, automóviles en cantidades extraordinarias, sobre todo en verano. El pavimento es malo y el galimatías circulatorio es terrible. Este año, para acabar de arreglar el conflicto, se ha inutilizado en algunos trechos parte de la carretera, con la excusa de que empiezan las obras de ensanchamiento. Hace ya meses que empezaron a colocarse estratégicamente los trastos adecuados que impiden el paso; el momento de producir esta espectacularidad es el menos oportuno si se tiene en cuenta que es ésta la vía de comunicación con toda la costa catalana desde Barcelona a Cerbère y que estamos en el punto más agudo del veraneo. [
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